Las desigualdades sociales generan pobreza, exclusión y marginalidad. Cuando la desigualdad es de género, las mujeres perdemos la autoestima, la libertad, la dignidad y la vida. Y de eso no se habla.

Nuevamente, esta vez en San Francisco, una mujer muere en manos de su ex pareja. Una mujer con botón antipánico que no sirvió. Un nuevo femicidio que a todos y todas nos hace pensar que la mirada sobre las mujeres víctimas de violencia tiene que estar puesta para acompañar, para asistir, para salvar vidas. Pero en estas políticas públicas lo que falta y nos resulta indispensable es tener también la mirada y las acciones puestas en el victimario, una vigilancia atenta hacia aquellos varones que han sido denunciados, sobre los que se dio aviso, sobre los que ya tenemos un indicio de lo que son capaces de hacer. Y de eso tampoco se habla.

Las miradas desatentas, los oídos sordos y la falta de acciones contundentes y concretas hacen que hoy una familia en particular, y la sociedad en general, tengamos que llorar una nueva ausencia, una nueva muerte, un nuevo femicidio. Estos crímenes nos muestran la urgente necesidad de continuar trabajando para la igualdad en pos de derrotar el pensamiento patriarcal, que aún hoy hace que algunas personas piensen que un varón tiene poder sobre una mujer, que puede poseerla y, si esa mujer trata de liberarse, puede maltratarla y terminar con su vida. Y de eso se habla poco.

También nos muestran la urgente necesidad de repensar en nuestras relaciones cotidianas, en nuestros vínculos, en cómo trabajamos sin pausa en la escuela y en las aulas para desarmar la trampa del pensamiento machista, donde siempre las mujeres somos inferiores, valemos menos y por eso, nos merecemos lo que nos pasa.

Hoy es momento de llorar, pero mañana nos secaremos las lágrimas y nuevamente nos pondremos de pie para seguir trabajando por la igualdad, para seguir exigiendo políticas públicas que nos ayuden a salvar vidas.

HOY DECIMOS ¡BASTA!
BASTA DE DESIGUALDAD
BASTA DE SILENCIO
NO QUEREMOS NI UN FEMICIDIO MÁS