Nuestra doble condición de docentes y militantes sindicales nos lleva siempre a tratar de reconocer cuáles son los aprendizajes que nos dejan las luchas populares para las futuras generaciones. Después de aquella gesta heroica del movimiento obrero organizado, podríamos proponer para el debate público la pregunta de si existe una pedagogía del Cordobazo. No descartamos que muchos se alarmen de la propuesta, pero eso no nos impedirá ver que allí donde se levantaron con valentía trabajadores y trabajadoras contra una dictadura, allí para nosotros hay una enseñanza y, ante todo, podemos reconocer en sus referentes, a nuestros maestros y maestras de lucha. 

La pedagogía del Cordobazo tiene varios preceptos políticos:

1. Un primer precepto político: la unidad en la acción. Se actuaba bajo la certeza de que no había transformación posible en la Argentina y en América Latina sin la concertación de los diversos sectores sociales y políticos que protagonizan la época. Allí estuvieron para demostrarlo Elpidio Torres, Atilio López y Agustín Tosco que representando diversos intereses y posiciones ideológicas, antepusieron la mirada colectiva sobre la perspectiva sectorial. Una pedagogía que no puede pasar de moda. Nadie se salva solo.  Menos los que menos tienen. 

2. La pedagogía del Cordobazo, tal como lo supo afirmar uno de sus máximos dirigentes, Elpidio Torres, tiene un segundo precepto y es que nos ayuda “a comprender que no hay democracia sin libertad y que no hay orden político sobre la exclusión de la soberanía popular”. Es una marca indeleble que deja el movimiento obrero en la sociedad argentina, la lucha del 29 de mayo de 1969 es principalmente una pelea para recuperar la democracia, para que se termine la larga proscripción que vivía el movimiento peronista desde 1955 y que el pueblo pueda elegir en libertad a sus propios representantes. 

3. El tercer precepto de la pedagogía del Cordobazo, es la organización, sólo quienes se dedican a juzgar desde las tribunas de la historia o aquellos que nunca intentaron construir algo de forma colectiva, pueden creer que semejante hecho histórico fue un producto espontáneo e inesperado. En aquellas jornadas nada estuvo librado al azar y cada una de las acciones se planificaron largamente en extensas jornadas de discusión que reunían a los diferentes dirigentes sindicales. Desde aquél tiempo, el Cordobazo nos enseña, que ninguna fuerza política logrará una trasformación social si el conjunto de descontentos y sueños de su gente no encuentra una canal común de expresión y participación, si no se lograr asignar a cada persona y a cada organización, con sus capacidades y perspectivas, su lugar de relevancia y la tarea precisa. 

4. Del Cordobazo no sólo heredamos un conjunto de imágenes callejeras que alimentan nuestra mística militante, mucho más en estos días en que extrañamos como nunca nuestra presencia en las calles; por eso tenemos sin duda que agregar, un cuarto precepto pedagógico, el de la solidaridad. Quizás el que más intento destruir el neoliberalismo, porque saben que ahí se juega el partido definitivo. Por eso, como decía Agustín Tosco es necesario que “sepamos unirnos para construir una sociedad más justa, donde el hombre no sea lobo del hombre, sino su compañero y su hermano”

5. El quinto precepto, se sostiene sobre la necesidad de plantear un programa nacional que incluya, convoque y movilice no sólo al movimiento sindical sino al conjunto de la sociedad. La imagen de las vecinas y vecinos de la ciudad de Córdoba acompañando y avivando desde los techos de sus casas las barricadas que los trabajadores encendían para enfrentarse con la policía, es una hermosa y pequeña muestra del apoyo que logró la lucha sindical en aquellas jornadas.

Hoy sostenemos que un proyecto de una sociedad distinta debe incluir a las y los trabajadores de los distintos sindicatos, de la economía popular, a las pequeñas y medianas empresas, a las y los estudiantes e intelectuales de nuestras universidades, a los colectivos feministas, ecologistas, a las organizaciones de DDHH y a todos los que sientan que es necesario construir una Córdoba más justa, iluminada para siempre, por esa pedagogía de masas que nació en mayo del 69. 

Juan Monserrat, Secretario General de la UEPC.