Derechos Humanos y Género

Cuarentena, violencia de género… ¿y yo qué?

Publicado el: 03-06-2020


La cuarentena decretada el 20 de marzo detuvo temporalmente la circulación, los encuentros, la propagación de la enfermedad. Lo que no se detuvo es la violencia. Desde ese día,49 mujeres, niñas y trans fueron asesinadas por razones de género. Una muerte cada 27 horas.

La Asociación Civil “Casa de Encuentro”, organización que releva estos datos, manifiesta que es el índice más alto en nuestro país en los últimos años. Los números nos dicen algo más:

7 de cada 10 femicidios ocurrieron en el hogar. El domicilio propio es el lugar más peligroso.

67% de los femicidas eran parejas o exparejas. Un porcentaje menor eran conocidos. Sólo un 3% de las agresiones fueron perpetradas por desconocidos.

1 de cada 5 mujeres había realizado denuncias previas.

En Córdoba se cometieron 7 femicidios, lo que la ubica en el tercer lugar del ranking de provincias argentinas en las que mueren más personas por violencia de género, detrás de la provincia de Buenos Aires (47) y Santa Fe (14).

Todos estos datos no pueden causarnos más que horror pero, este 3 de junio, a 5 años de la primera marcha de “Ni una menos”, y muchos más de denuncias, demandas y construcción del Movimiento de Mujeres invitamos a preguntarnos: ¿Por qué esta realidad se modifica tan poco año a año? ¿Por qué no sólo no avanzamos, sino que incluso retrocedemos?

Mientras seguimos exigiendo al Estado intervenciones efectivas: educación, prevención, atención integral, seguimiento de los casos post denuncia y medidas de discriminación positiva para erradicar las brechas laborales. Pero el Estado no es la única institución que falla al enfrentar tantas muertes.

Como sociedad somos parte de una cadena de silencios, que no acompaña, y por el contrario, se hace cómplice de destinos fatales que podrían prevenirse. Más allá de seguir reclamando la presencia efectiva del Estado, también debemos preguntarnos nuestra responsabilidad ciudadana.

Las víctimas no habitan aisladas. En algunos casos, se quedan solas. Pero forman parte de redes familiares, vecinales, amistosas. En sus entornos seguramente existen personas con las que comparten actividades, tiempos, espacios. Personas que casi siempre saben, o por lo menos sospechan, las situaciones complejas en las que las víctimas se ven envueltas.

Cuando escuchamos: “No hizo nada por salvarse”, “Ella se negaba a recibir ayuda”. “Le habíamos dicho muchas veces, pero ella volvía”. “Se alejaba de quienes le insistíamos en denunciar”. Seguramente estas expresiones no faltarán a la “verdad”. Porque el patriarcado construye violentos, pero también, desde muy pequeñas, educa víctimas.

Para desandar estas premisas, necesitamos elaborar nuevos paradigmas en los que las personas no tengan necesidad de demostrar quién es más fuerte, quién posee a quién, quién gana todo el tiempo. Familias, escuelas, organizaciones vecinales, clubes, sindicatos podemos contribuir en desnaturalizar las violencias en general, y la violencia de género en particular.

Como docentes, tenemos la Educación Sexual Integral como herramienta integral que facilita el abordaje de contenidos para prevenir y erradicar el machismo.

Detrás de los números de femicidios hay miles de historias silenciosas que viven un infierno cada día. Más allá del horror y la denuncia, preguntémonos “¿qué pude haber hecho?”, “¿qué puedo hacer?”. La búsqueda de esa respuesta quizás pueda orientarnos a mejorar estos índices espantosos que siguen sin detenerse.

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Desde UEPC nos sumamos a la acción Alerta Ni Una Menos
A las violencias machistas, ¡redes feministas!
Este miércoles 3 de junio, a 5 años de la primera marcha #NiUnaMenos, ¡sumate a las acciones virtuales!
Vamos a recorrer con altoparlantes las calles de la ciudad

#VivxsYLibresNosQueremos
#LaDeudaEsConNosotrxs

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