Derechos Humanos y Género

25 de noviembre: Día Internacional de la No Violencia contra la Mujer

Publicado el: 25-11-2014

En el Primer Encuentro Feminista Latinoamericano y del Caribe en el año 1981, se decidió conmemorar el 25 de noviembre como "Día de la No violencia contra la Mujer", en homenaje a las Hermanas Mirabal: Patria, Minerva y María Teresa que fueron asesinadas en 1960 a golpes en República Dominicana por orden del dictador Trujillo.

En esta fecha, nos parece importante recordar que la violencia contra las mujeres tiene historia y está directamente vinculado con el lugar de sometimiento, de inferioridad que el imaginario social construye para "lo femenino".

Si pensamos en publicidades, novelas, programas de entretenimiento, chistes, frases hechas, el "sentido común", etc. condenan a las mujeres siempre y cotidianamente al lugar de la inferior, de la que no necesita pensar, del objeto decorativo, complemento del varón, propiedad del mismo, completa solo y finalmente cuando es madre y mucho más que hace crecer, consolida y consagra el estereotipo femenino. Y también un estereotipo masculino que se corresponde.

Esta violencia se presenta con los más diversos rostros: violencia en la pareja, abusos contra las niñas, violaciones, incesto, violencia económica, trata con fines de explotación sexual, acoso, violencia obstétrica, maltrato en los servicios de salud relacionados con la salud sexual y reproductiva, uso y abuso de la imagen de la mujer en la publicidad y medios de comunicación, violencia institucional, y la violencia máxima, el femicidio/feminicidio.

Asimismo, toda expresión que conlleve una forma de discriminación en base al género, es en sí misma una demostración de violencia intolerable y, sobre todo, injusta. Si pensamos los hechos de violencia desde esta perspectiva podríamos pensar en una serie de círculos concéntricos que van encerrando a las mujeres y que supone no poder verse libre de humillaciones, insultos, golpes, amenazas de muerte. Cuesta mucho trabajo desarmar lo naturalizado.

En esta misma línea de análisis pensamos que los femicidios son el epílogo de una historia de violencias de la que la víctima no pudo escapar, pero que tampoco ninguno de los que la rodeaban pudo pensar como amenazante o peligrosa. Y cuando hablamos de quienes rodean a las víctimas no solo pensamos en el entorno familiar y en sus amistades, sino también en médicos, policías, asistentes sociales, docentes, etc.; que en algún momento, han estado en contacto con esa víctima y que tampoco pudieron identificar la amenaza que vivía.

Por eso es fundamental exigir a los gobiernos, las necesarias políticas públicas para la prevención, la sanción de los delitos, y en la atención, acompañamiento y reparación a las víctimas. En la escuela pública, los y las docentes sostienen cotidianamente una apuesta por la igualdad al reconocer en todos los niños/as y jóvenes las mismas posibilidades y derechos de aprender y estar en ella. Su trabajo en y con la diversidad la vuelve central en el desafío de que todos los estudiantes puedan desarrollar una conciencia solidaria asentada en la lucha contra toda forma de discriminación. Esta apuesta por la igualdad requiere de construir espacios de discusión, reflexión, problematización y sensibilización acerca de las múltiples formas de violencia social y en particular a aquella dirigidas contra la mujer.

Es indispensable hoy poner en tela de juicio las estructuras socioculturales que permiten deconstruir el poder de dominación vinculado a lo masculino, y que el costo de la subordinación recaiga en lo femenino. Esta abominable discriminación subyace en la raíz de todas las expresiones de la violencia sexista, ya que sostiene que el valor de lo femenino es inferior a lo masculino y que el ser mujer implica que puede ser disciplinada a través de los golpes, e incluso a través de la muerte.
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