En este trabajo, Marina Tomasini aborda una forma de control escolar de la sexualidad en alumnas de primer año, que se ejecuta mediante prácticas de vigilancia puntuales pero que adquiere su eficacia fundamentalmente por medio de la generación de un imaginario de peligro, es decir, opera mediante la producción de temores. Analizo algunas de las formas que asume tal dispositivo de control, visibilizando la tensión entre el deseo y el miedo, y caracterizo ciertos modos de negociación entre los placeres y la norma. Asimismo propongo que cierto juego de cercanía, seducción y atracción por parte de los varones es reprobado por las jóvenes pero al mismo tiempo se vuelve un capital de reconocimiento que incide significativamente en las prácticas de sociabilidad en la escuela.